¿Proyectos del trabajo? ¡Terminados!..¿Las compras? ¡Hechas!... ¿Las despedidas? ¡Cumplidas! …¿La batalla con la compañía de seguros para que me dé las recetas para las vacaciones? ¡Ganada! Tengo la maleta hecha y ¡me voy de aquí!
Mañana afronto el viaje a España de casi un día de duración. De verdad que odio volar, pero aprieto los dientes y lo hago, dejando que mi pasión por la aventura anule el miedo que tengo a estar a unos 12.000 m. en el aire. En realidad, el viaje siempre se hace rápido. Para distraerme este año, pienso responder a algún email, que ya hace mucho que no respondo, utilizando mi nuevo Netbook, leer un buen libro, unas revistas y escuchar un poco de Enya para relajarme y, con un poco de suerte, dormir algo. Al volar en martes, espero que el avión no esté lleno y poder tener una fila entera de asientos para mí sola. A veces ocurre.
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Castilla - La Mancha...Here I come!! |
El vuelo llega a las ocho y cuarto a Madrid…y entonces el objetivo será permanecer despierta el mayor tiempo posible para evitar el jet lag. Así que imagino que después de aterrizar, comer algo, ir a Toledo, en lo que se tarda una hora (que será algo más, pues al fin y al cabo es hora punta en Madrid), llegaremos a Toledo a eso de las once. Tendremos una pequeña conversación con mis suegros para ponernos al día, luego un paseo – al supermercado, al parque, al casco antiguo, o donde sea- específicamente con el propósito de no dormirme. A eso de las 2:30, mamá llamará a comer y entonces la etapa más dura: seguir despierta durante y después de la comida. Mi familia comprende mi hábito de “comer y salir corriendo” el primer día, puesto que normalmente me voy a dormir una siesta a eso de las tres y media. Pedro me deja dormir hasta las cinco y media o así y luego me obligo a salir de la cama, arrastrándome, e intentar aguantar hasta las nueve y media o las diez, de nuevo paseando o haciendo alguna pequeña visita. Y entonces ¡ya puedo dormir cuanto quiera! …pero casi seguro que termino despertándome a las tres y media de la mañana y me pongo a escuchar los sonidos de un Toledo en el que la noche va dando paso a la mañana y entonces comienza un nuevo día en España.
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