Pedro haciendo mil cosas
a la vez con la tortilla española y…lo que esté troceando.
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Una de las
mejores cosas de estar casada con un español, o por lo menos mi español, es que él es el que cocina
en casa. ¿Por qué? Bueno, ésa es una pregunta que requiere indagar más en la
relación que los españoles tienen con la comida.
Se ha escrito
mucho sobre la cultura española y su especial conexión con la comida. Esta
relación, yo la caracterizaría como sagrada. La comida, a diario, es
algo que debe ser reverenciado, preparado y disfrutado al más alto nivel. Los
españoles, en su mayoría, rechazan la comida congelada –y la rápida- y prefieren
los platos caseros preparados con ingredientes frescos. De hecho, en muchas
tiendas de alimentación en España, sólo hay un pequeño congelador de comidas
preparadas a diferencia de los múltiples pasillos dedicados a ella existentes
en los supermercados americanos. Mientras que muchísimos americanos se han
criado con comidas congeladas y para los que consumirla no supone nada (¡e
incluso piensan que está bastante buena!), a la mayoría de los españoles la
simple idea les parece repugnante. Esto no quiere decir que un español no coma
platos congelados o comida rápida en absoluto; simplemente no lo consumen, ni
por asomo, en las cantidades en que los americanos lo hacen.
Algún día puede
que esto cambie en España al no tener las familias el tiempo necesario para preparar
una comida un tanto complicada. Parece, sin embargo, que, en la actualidad,
muchos españoles todavía van a casa de sus madres o abuelas al mediodía (a
diario) a degustar las comidas caseras a las que están acostumbrados. Pero me
es difícil imaginar que esto dure para siempre y la próxima generación puede
que sucumba a la manera americana de comer, es decir, más comida rápida y, sí,
más de los temidos platos congelados, debido exclusivamente a la falta de
tiempo. Sin embargo, estoy segura de que los españoles negarán esto.
Huevos rellenos
españoles - ¡de muerte!
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En cualquier
caso, cuando Pedro y yo nos casamos, establecimos un plan para compartir las
responsabilidades culinarias. Mas no duró mucho, puesto que Pedro, como sus
compatriotas, prefería la cocina española a mi comida americana simplonamente
preparada. No recuerdo usar muchos alimentos congelados puesto que tampoco a mí
me gustan, pero lo que cocinaba no podía sustituir el sabor de la cocina de su
madre, el cual es capaz de reproducir de manera bastante exacta. Si pasamos
hacia adelante los últimos diecisiete años, el fogón y la comida que comemos
son su dominio exclusivo y, con muy raras excepciones, casi todo lo que él
prepara –y los dos comemos- es comida española.
Lo que nos lleva
a una nueva sección de este blog: La
cocina española de Pedro. Me parece que, muy por dentro, Pedro siempre ha
soñado con ser uno de esos chefs de la cadena de televisión Food Network y compartir con las masas
la manera apropiada de preparar comida española. Aunque no puedo hacer
ese sueño realidad, sí puedo compartir con los lectores los platos que prepara
y un poco sobre la manera en que los prepara. Para la audiencia norteamericana,
algunos platos se verán fabulosos, otros no tanto (acabo de perder la
oportunidad de documentar una zarzuela mixta que hizo el otro día con pulpitos,
entre otras cosas, a la que denominé “Sopa de Tarántula”. ¡Usad la
imaginación!). Otros no son platos en sí, sino pequeñas delicias de su infancia
que hoy hace para mí.
Toda una mesa de
delicias españolas con champiñones al ajillo con jamón, tortilla española y
salmorejo de remolacha.
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Si tengo que ser
justa, es a través de su cocina, de verdad, -y de las historias que la rodean-
que he aprendido muchas cosas sobre su familia y sobre la cultura española. Y
ahora espero compartir todo esto con vosotros.
¡Buen provecho!
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