Tuesday, April 19, 2011

Primavera en la Sierra Nevada

Ya es primavera en la Sierra Nevada y eso sólo puede significar dos cosas: primero, que todavía es invierno aquí en Reno (nevó este fin de semana) y segundo, que Marianne y Pedro ya están preparando su viaje a España en el verano.

Me casé con mi marido, Pedro, en 1995. Desde entonces, mi vida ha tenido un tono significativamente diferente: con el tiempo, mis conversaciones se han visto salpicadas con palabras y frases españolas; ya no ceno a las seis (ahora meriendo); la comida principal es la del mediodía (lo que puede explicar cómo puedo dar cuenta, sin remordimiento alguno, de un bocadillo enorme en una hora que tengo para comer); el ColaCao se ha convertido en alimento básico de nuestra despensa, junto con el aceite de oliva y el azafrán, las siestas a media tarde han pasado a jugar un papel determinante en mi vida diaria...y los viajes a España en el verano son ahora la norma. 

En estos 16 años, he pasado de ser la típica chica americana de colegio mayor universitario a una chica que vive a caballo entre el modo de vida americano y el español, lo que puede resultar un tanto díficil de conjugar algunas veces. Culturalmente, estos dos modos se encuentran enfrentados en la mayoría de los aspectos: uno, obsesionado con vivir para trabajar; el otro con trabajar para vivir. Uno concentrado en hacer y conseguir; el otro en pasar más tiempo con la familia y con los amigos. Uno obcecado en acumular dinero y posesiones materiales y el otro... en fin, digamos que la mayoría de los españoles son felices con tener lo suficiente para vivir y con poder pasar unas vacaciones de verano en la playa... y no necesitan más, salvo quizás más vacaciones.

En la mayoría de los aspectos, Pedro y yo hemos conseguido aunar nuestros valores culturales y fundirlos en nuestra vida juntos, tomando lo mejor de las dos culturas y armonizándolo en el compromiso de la vida diaria. Ahora que ya hemos llegado a dominar esta existencia, hemos empezado a hablar acerca de mudarnos a España de manera permanente y empezar de nuevo, lo que puede que suceda debido a la necesidad, pero sobre todo por el deseo de hacernos viejos juntos en España, donde los mayores llevan vidas plenas de significado y en las que todavía juegan papeles importantes en su familia y en su barrio.

Eso, sin embargo, tendrá lugar en unos años.

Pero por ahora es primavera en la sierra. Ya hemos comprado los billetes para este verano y ya se me está haciendo largo el tiempo hasta que llegue ese día de junio en el que deje mi vida americana de trabajo, al menos durante un mes, y la cambie por la española.

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