Sunday, April 24, 2011

El debut de Pancake Merienda

Una de las cosas que más anhelo para este verano es tener la oportunidad de demostrarle finalmente a mi suegra que sé (más o menos) cocinar. O por lo menos hacer tortitas.


Deliciosa paella de mi suegra

Mi suegra es, en serio, una de las mejores cocineras de España y la mayoría de lo que conozco acerca de la cocina española lo aprendí a su mesa, degustando sus comidas preparadas con tanto arte. Desde muy joven, ha estado cocinando para su familia y conserva casi todas sus recetas en la memoria. Cocido, chuletas de cordero, lentejas y albóndigas...Todos los platos clásicos de la gastronomía española que prepara se han convertido en alimento reconfortante para mí.

Mi, por entonces, futura suegra me pidió, durante mi primer viaje a España en 1994, que le enseñara a hacer tortitas. He de admitir que no tenía la más mínima idea de cómo hacerlas...o, para el caso, cómo hacer cualquier otra receta americana. Durante todos esos años en los que viví en casa o en el colegio mayor universitario, otros habían cocinado para mí por lo que nunca tuve razones suficiente para aprender. Así que me sentí un poco avergonzada de admitir que, con mis títulos universitarios y todo, no sabía hacer una simple tortita. 

Debo decir la verdad: diecisiete años después, todavía no cocino mucho (ni muy bien) pero me siento orgullosa de informar de que, a base de intentarlo muchas veces sin éxito, he conseguido hacer unas tortitas muy decentes gracias a un recorte de revista del año 2004. Y aunque la comida española es lo normal en nuestra dieta diaria (Pedro todavía prepara la mayoría de las comidas basándose en variaciones de las recetas de su madre), mis tortitas sabor a naranja han pasado a formar parte de nuestras mañanas invernales de fin de semana. Y ahora tengo la sensación de que por fin estoy lista para preparar aquellas tortitas que mi suegra solicitó hace ya tantos años.


¿Pueden estas tortitas medirse a la habilidad culinaria de mi suegra?

Así pues, tengo pensado establecer, una tarde de este próximo junio, una nueva tradición y hacer, para la familia entera, mis tortitas para merendar. Será la primera de lo que espero constituya la “merienda anual de tortitas de Marianne”. Imagino encontrarme en la cocina de mi suegra, sirviendo tortita tras tortita a una pequeña multitud sentada en el comedor, justo como mi suegra lo ha hecho para su familia, y para mí, a lo largo de los años. 

Todavía no sé cocinar...pero puedo preparar una merienda de tortitas. Espero que a mamá le guste.

Tuesday, April 19, 2011

Primavera en la Sierra Nevada

Ya es primavera en la Sierra Nevada y eso sólo puede significar dos cosas: primero, que todavía es invierno aquí en Reno (nevó este fin de semana) y segundo, que Marianne y Pedro ya están preparando su viaje a España en el verano.

Me casé con mi marido, Pedro, en 1995. Desde entonces, mi vida ha tenido un tono significativamente diferente: con el tiempo, mis conversaciones se han visto salpicadas con palabras y frases españolas; ya no ceno a las seis (ahora meriendo); la comida principal es la del mediodía (lo que puede explicar cómo puedo dar cuenta, sin remordimiento alguno, de un bocadillo enorme en una hora que tengo para comer); el ColaCao se ha convertido en alimento básico de nuestra despensa, junto con el aceite de oliva y el azafrán, las siestas a media tarde han pasado a jugar un papel determinante en mi vida diaria...y los viajes a España en el verano son ahora la norma. 

En estos 16 años, he pasado de ser la típica chica americana de colegio mayor universitario a una chica que vive a caballo entre el modo de vida americano y el español, lo que puede resultar un tanto díficil de conjugar algunas veces. Culturalmente, estos dos modos se encuentran enfrentados en la mayoría de los aspectos: uno, obsesionado con vivir para trabajar; el otro con trabajar para vivir. Uno concentrado en hacer y conseguir; el otro en pasar más tiempo con la familia y con los amigos. Uno obcecado en acumular dinero y posesiones materiales y el otro... en fin, digamos que la mayoría de los españoles son felices con tener lo suficiente para vivir y con poder pasar unas vacaciones de verano en la playa... y no necesitan más, salvo quizás más vacaciones.

En la mayoría de los aspectos, Pedro y yo hemos conseguido aunar nuestros valores culturales y fundirlos en nuestra vida juntos, tomando lo mejor de las dos culturas y armonizándolo en el compromiso de la vida diaria. Ahora que ya hemos llegado a dominar esta existencia, hemos empezado a hablar acerca de mudarnos a España de manera permanente y empezar de nuevo, lo que puede que suceda debido a la necesidad, pero sobre todo por el deseo de hacernos viejos juntos en España, donde los mayores llevan vidas plenas de significado y en las que todavía juegan papeles importantes en su familia y en su barrio.

Eso, sin embargo, tendrá lugar en unos años.

Pero por ahora es primavera en la sierra. Ya hemos comprado los billetes para este verano y ya se me está haciendo largo el tiempo hasta que llegue ese día de junio en el que deje mi vida americana de trabajo, al menos durante un mes, y la cambie por la española.