Tuesday, October 25, 2011

Mi hogar, el lugar que amo

The autumn sky over the Truckee Meadows. 
 Rancho San Rafael Park, Reno, Nevada.
El último post de mi blog tuvo lugar el 13 de julio de 2011. Preparaba mi viaje anual a Los Ángeles para asistir al tercer cumpleaños de la hija de mi prima Lori... e intentaba, con desesperación, escribir una nueva entrada del blog. Pero las palabras simplemente no afluían. Así pues, escribí un pequeño párrafo, una especie de resumen de lo que fue el viaje, con la promesa de que el blog volvería a mi regreso de Los Ángeles. Y cuando volví, intenté escribir. Y lo intenté de nuevo. Pero las palabras no llegaban.

Para ser sincera, algo raro pasó al volver de España... ¡Me sentí tan desesperadamente, y fervientemente, feliz de estar en casa! Y por eso las palabras no llegaban. Después de preparar con toda anticipación el viaje en la primavera, después de tanto hablar de mudarnos en unos años y de lo bien que me lo pasé, debo admitir ahora que... me sentía más feliz de estar en casa que de estar allí. Y eso me desconcertó tanto que lo he estado intentando aclarar durante los últimos tres meses.

Una cosa es alegrarse de estar de vuelta en tu propia cama y rodeada de las cosas que te resultan familiares. Otra muy distinta es admitir que nunca querrías dejarlas.

Creo que tanto los estadounidenses como los españoles tienen una noción un tanto romántica de lo que supondría mudarse a España. La mayoría de los americanos piensan que vivir en España consiste en estar todo el día saboreando sangría sentada en la playa. Y me da la impresión de que los españoles creen que mudarse allí automáticamente significa tener una vida mejor, como si no tuvieras ningún apego a, o la vida hecha en, otro lugar.

Aunque hay un poquito de verdad en estas fantasías, ambos en su mayoría se equivocan. Nunca jamás he creído que mudarse a España fuera a ser fácil. He estado allí las suficientes veces como para saber lo que me gusta de ella y lo que no. Pero me parece que, para mí, es más una cuestión de: “¿Seré capaz de dejar la vida tan cómoda que llevo, el trabajo tan cómodo que tengo, por algo incierto? ¿Seré capaz de dejar atrás los paisajes de California y Nevada que tienen una función tan central para mí? ¿Seré capaz de seguir siendo independiente (una meta que siempre he insistido en conseguir) cuando no tenga trabajo ni siquiera voz propia debido a la barrera del idioma?”.

Estas preguntas me bombardearon durante uno de los más bellos veranos que jamás haya experimentado en el norte de Nevada, así como durante mi visita a familiares y amigos en Los Ángeles. Incluso me atormentaron durante una jornada de senderismo con Pedro y con mi hermano durante las vacaciones anuales que pasamos en Mammoth Lakes, mi lugar preferido de siempre en la sierra.

Familia, historia y el sentido de pertenecer a un lugar constituyen lo que conocemos y sentimos como el HOGAR. Y desde que volví, he tenido serias dudas de que España llegue a ser alguna vez mi hogar. En este momento, ni siquiera puedo imaginarlo.

Afortunadamente, todavía tengo unos añitos para resolverlo porque al final nos mudaremos allí. Pero por ahora, siento la necesidad de documentar mi vida aquí mientras muestro a mis parientes españoles cómo es nuestra vida en el norte de Nevada. Así que, además de escribir sobre España tal y como la conozco, voy a escribir también sobre los lugares que nos son queridos y sobre las cosas que nos encanta hacer. Y es también importante compartir mis dudas y temores al empezar un viaje que, mientras crecía en el sur de California, nunca pensé que haría.

Y, en definitiva, espero que esto me prepare mejor para, un día, dejar el hogar, ese lugar que resulta que realmente adoro.

Esperemos que las palabras lleguen.

Mammoth Mountain from the Shadow Lake Trail.
Eastern Sierra Nevada, California.